CONFLICTO MAPUCHE: LAS RAZONES HISTÓRICAS DE LA VIOLENCIA EN VILCÚN Y UNA CARTA ABIERTA AL PRESIDENTE


“Cuando las comunidades mapuche plantean: ‘esas tierras son nuestras, esas tierras nunca las vendimos’, es verdad. Esas tierras fueron usurpadas legalmente, mas no legítimamente por el Estado chileno. Y hay una continuidad tanto de la usurpación como de la represión (…) Estamos hablando de cuatro generaciones de represión, de usurpación y de muerte de las cuales el Estado chileno no se quiere hacer cargo”.

El historiador e investigador del Observatorio de los Derechos Indígenas, Martín Correa, sabe bien el por qué de la violencia en La Araucanía. Gran parte de su carrera la ha dedicado al estudio de un conflicto que ha estado vigente prácticamente desde siempre y que no se entiende sin que se tomen en cuenta sus fuertes raíces históricas. La colonización, la supuesta pacificación, la usurpación de tierras; todas etapas que según Correa han estado marcadas por sangre y balas.


En un video de poco más de tres minutos, Correa expone los hechos que ponen en contexto los atentados incendiarios a propiedades de agricultores y empresarios, así como las muertes de comuneros mapuche en enfrentamientos con la policía durante los últimos años. Se refiere a las disputas por la propiedad de la tierra desde el punto en que el territorio tenía un dueño claro, a cómo los mapuche fueron relegados por el Estado a vivir en un espacio que correspondía al 5% de su territorio ancestral mientras que las 10 mil hectáreas restantes se entregaron a colonos. Aunque el video fue publicado en Política Stereo en noviembre de 2010, sigue tan vigente como entonces y sirve para entender tanto el homicidio por la espalda de Matías Catrileo en 2008 como el brutal e injustificado asesinato de Werner Luchsinger, calcinado junto a su esposa en su casa el pasado 4 de enero (ver “La Araucanía en llamas”).

Así también sirve para comprender los hechos que le siguieron: intensificación de allanamientos en comunidades mapuche, aumento en dotación policial, reunión de la ANI con Fuerzas Armadas para desarrollar una estrategia conjunta de intervención “antiterrorista”, el posible decreto de un estado de excepción… En otras palabras, una vez más la misma política que se ha aplicado durante décadas para intentar apaciguar el conflicto como siempre se ha hecho, con sangre y balas.

El trabajo de Correa permite entender el rol de la familia Luchsinger en el conflicto, especialmente en Vilcún. A comienzos del siglo XX, el inmigrante suizo Adan Luchsinger llegó a esa localidad con su familia tras comprar 60 hectáreas al colono alemán Emilio Quepe. Su terreno estaba rodeado por tierras mapuche, propiedad de las familias que ahora –y desde hace años– denuncian una serie de abusos y usurpaciones primero a manos del Gobierno chileno, y luego de parte de los Luchsinger. Hoy los descendientes del suizo poseen 5 fundos que abarcan 1.200 hectáreas, que son reclamadas por las comunidades mapuche vecinas. Por eso, parte de la violencia se ha centrado en ese punto.

El sábado 5 de enero, la lonko Juana Calfunao escribió una carta abierta al Presidente Sebastián Piñera. En ella, la dirigente indígena cuenta que tres veces quemaron su casa, que una de ellas terminó con su tío Basilio calcinado, que la han detenido y que la han torturado. No salió en los medios ni fue visitada por ninguna autoridad con promesas de hacer justicia. “Esta falta de igualdad ante hechos tan lamentables como los sucedidos a la familia Luchsinger, una vez más nos confirma que los tribunales no son independientes, las autoridades políticas tratan con un racismo judicial marcado de una notable diferencia a nuestro pueblo”, dice Calfunao.

Publicado originalmente en CIPER (9/1/2013)

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