LA GUERRA POLÍTICA POR LA ROTULACIÓN DE LOS ALIMENTOS


En la foto, la Primera Dama Cecilia Morel brinda con Jaime Mañalich y Ena Von Baer con jugo de naranja. Tanto la esposa del Presidente como los ministros de Salud y la Secretaría General de Gobierno, aparecen sonrientes en un salón de La Moneda. Eso fue hace cinco meses, cuando según indica el sitio web del Gobierno de Chile, Mañalich le pidió a Morel ser “la cabeza y el rostro de la campaña de vida sana que impulsará el Gobierno”. En el programa interministerial –donde participarían las carteras de Educación, Salud, Mideplan (a través del Injuv), además del Instituto Nacional del Deporte y Conace, entre otros– pretende promocionar un estilo de vida saludable: “generar una cultura de vida sana y que los chilenos elijan vivir bien.” De ahí el nombre del programa gubernamental: Elige vivir sano.
 
El 17 de marzo recién pasado fue el día seleccionado por el gobierno para lanzar su campaña, la que habría surgido como respuesta a estadísticas nacionales que arrojan datos como que el 88% de los chilenos tiene una vida sedentaria, 65% de la población entre 15 y 64 años tiene sobrepeso y que un 22% entre los menores de 6 años presenta el mismo problema de salud. Según un artículo publicado en Terra, el día en que Morel y el Presidente Piñera inauguraron la iniciativa en una escuela de Cerrillos, él dijo que hacía ejercicio y ella que dejó de fumar. También que dejó de “comer cosas dañinas”.
Ante esta política del gobierno, resulta –al menos– extraña la negativa a apoyar el proyecto de ley que regula los alimentos poco saludables y restringe su venta y publicidad. Se entiende que los empresarios lo hagan: de ser aprobada la norma, se obligaría a las compañías a rotular los productos como “altos” en calorías, sal o grasas saturadas y se impediría su venta en recintos educativos y publicitarlos a menores de 14 años, disponiendo el horario nocturno para ese efecto. Para Andrés Concha, presidente de la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa), el proyecto significaría, además de dejar en manos de Salud la definición de los porcentajes máximos de aditivos y contenidos energéticos, limitar la importación y exportación de productos e impedir a las marcas de alimentos auspiciar actividades deportivas, por las restricciones horarias que se aplicarían a la publicidad.
Siguiendo la misma línea de los empresarios, esta mañana el ministro Mañalich indicó a Radio Cooperativa que la propuesta que hoy se votaría en el Congreso es “absurda y completamente inaplicable”.
-Se llega a situaciones completamente ridículas. Esta ley se ha transformado para mí en la ley del ‘Súper 8′, vale decir, que va hasta tal especificidad que prohíbe que un alimento como el ‘Súper 8′ sea vendido en un quiosco en una universidad, lo que es completamente ridículo –dijo en la entrevista.
Para la oposición, lo de Mañalich fue una “vuelta de chaqueta”. Sólo unos minutos antes, en la misma radio el senador Fulvio Rossi denunció que la decisión del gobierno de quitarle respaldo al proyecto –que se había despachado cuando aún Michelle Bachelet era Presidenta– se debió al “lobby monstruoso que está haciendo la Sofofa con el Gobierno y con la derecha”. El legislador, además de decir que detrás de toda la polémica podría haber pagos o favores políticos por financiamientos de campañas, aseguró que cuando se votó el informe en la Comisión de Salud, Mañalich estaba presente y no presentó ningún reparo. Eso mismo fue respaldado por el presidente del Senado, Guido Girardi, quién señaló que el ministro “no había dicho nada hasta cuando la Sofofa habló. La autoridad de Gobierno tiene que defender la lucha contra la obesidad. El país debiera ponerle lupa a esta votación de hoy”.
Fuera de esta guerra política, los chilenos siguen consumiendo alimentos sin contar con la información nutricional suficiente. La semana pasada, el programa Esto no tiene nombre de TVN reveló cómo el consumo excesivo y desinformado de sal en los alimentos puede afectar a la salud de la población.

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