CHILE, UN PAÍS ABORTERO

En 1964, las mujeres chilenas fueron las principales protagonistas de una verdadera revolución. Ese año, el Servicio Nacional de Salud implementó un programa de planificación familiar llamado Control de Regulación de Fecundidad que masificó el uso y la entrega de métodos anticonceptivos en la población. La medida provocó una dura arremetida de los sectores más conservadores del país. No obstante, poco a poco se vieron los primeros resultados: un descenso de la natalidad y la desaparición progresiva de las muertes a causa de abortos clandestinos.
De allí que cuando se especuló esta semana que el Tribunal Constitucional (TC) había acogido la petición de 36 parlamentarios de la Alianza Por Chile, de eliminar la distribución gratuita de la píldora del día después, además de los dispositivos intrauterinos y los contraceptivos que contienen levonorgestrel, la decisión fue calificada como un “retroceso de 40 años” en materia de salud pública.
-Según las proyecciones realizadas entre 2008 y 2015, a partir del rechazo de las normas ministeriales, se estima que a los 244.488 nacimientos que se registran anualmente en el país, se les sumarían 132.171. Esto elevaría los abortos a 284.804 por año y los embarazos a 661.430. Un aumento así en la natalidad tendría un costo de 2,2 fetos muertos por cada nacido vivo –aseguraba el doctor Ramiro Molina, fundador del Centro de Medicina Reproductiva y Desarrollo del Adolescente (CEMERA) y co-autor de un estudio entregado a consideración del TC en noviembre pasado.
Finalmente este viernes el TC precisó que la decisión sólo prohíbe la entrega de la píldora del día después en los servicios de salud públicos. Eso disminuye el impacto previsto en el número de abortos, pero de todas maneras se espera un aumento de interrupciones de embarazos. Los casos estarán focalizados en los sectores de más bajos recursos, pues quienes puedan pagar un doctor y comprar la píldora en una farmacia, podrán también evitar los embarazos.
A pesar de que en Chile el aborto es condenado judicialmente en todos sus preceptos -el aborto terapéutico se incluyó en el Código Penal en 1989, a fines de la dictadura-, en los estudios internacionales sobre el flagelo el país aparece citado varias veces: es uno de los tres que lo penaliza por completo y sus tasas duplican las de naciones donde el aborto es legal, como EE.UU. y Canadá. Además, según un informe realizado en 2004 por el doctor Aníbal Faúndez, coordinador del Comité de Derechos Sexuales y Reproductivos de la Federación Internacional de Ginecólogos y Obstetras, Chile posee la mayor cantidad de embarazos interrumpidos de Latinoamérica. Las cifras, basadas en los registros de arrestos, muertes y egresos hospitalarios por dicha causa, hablan de 40.000 abortos clandestinos anuales y una tasa de 50 por cada mil mujeres en edad fértil.
-Acá está la menor tasa de mortalidad materna por aborto, pero sin duda, la tasa más alta de abortos de la región –asegura Faúndez.
Entre 2001 y 2005, los egresos hospitalarios por aborto en Chile alcanzaron un promedio anual de 33.992. Aunque no se especifica entre abortos espontáneos e inducidos, el doctor Ramiro Molina dice que “se estima que el 10% de ellos corresponde a abortos naturales, el resto son todos provocados”. Y esos sólo son lo que llegan a registrarse porque algo falla y deben acudir a los hospitales.
De esa cifra, pocos son los que llegan a ser penalizados. Actualmente, nueve personas se encuentran privadas de libertad en Chile por cometer prácticas abortivas. De ellas, cuatro son imputados y cinco condenados.
En 2005, según las estadísticas anuales de Justicia, 11 mujeres fueron procesadas por aborto. En los dos años siguientes, Investigaciones detuvo a 35 mujeres por ese delito y, durante 2007, 160 casos ingresaron en el Ministerio Público. De ellos, 94 aparecen tipificados como aborto consentido y 66 como aborto sin consentimiento. La Región Metropolitana fue por lejos la que más casos presentó, con el 38,75% del total. A ella le siguen las regiones Octava y Sexta, con el 11,87% y el 11,25%, respectivamente. De las fiscalías, la que más casos reportó fue la Fiscalía Metropolitana Centro Norte: ahí ingresó el 18,75% de los abortos detectados en el país.


Así se aborta en Chile
Durante mucho tiempo, el aborto fue la primera causa de muerte materna en Chile, debido a las complicaciones que derivan en abortos sépticos. Hoy, es la tercera: en el lapso 2000-2004, de las 208 muertes maternas ocurridas, el 12% fue por aborto. Según el doctor Patricio Gayán, jefe del servicio de ginecología y obstetricia del Hospital Santiago Oriente (ex Salvador), “los abortos sépticos, que son los más notorios en caso de inducción, ya son historia”.
-En la actualidad, casi no hay riesgo en abortos. Generalmente llega una mujer sangrando, con la historia de haber quedado embarazada. Se hace una ecografía para ver si tiene restos de aborto. No tiene fiebre, no tiene infección; se pasa a pabellón, se le hace un raspado, se le deja el útero limpio y al día siguiente se va para su casa –agrega Gayán.
Una causa del descenso en la peligrosidad de los embarazos interrumpidos es la masificación del uso del Misoprostol (Misotrol o Misogran), una prostaglandina que se vende en farmacias como antiulcerante con receta retenida bajo la forma de comprimidos blancos hexagonales. Pero en Internet y sin receta se pueden adquirir como si fueran dulces por una suma que va entre los 30 y los 35 mil pesos.
En el uso abortivo, 4 pastillas de Misotrol introducidas en la vagina le dan elasticidad al cuello del útero, favorecen sus contracciones y producen una hemorragia que, en caso de embarazo, genera la expulsión del embrión implantado. Su efectividad es del 78%, pero si a eso se le suma mifepristona, una hormona natural que es fundamental para mantener un embarazo, la efectividad es del 98%. El resultado se asemeja al aborto espontáneo lo suficiente como para no haber forma de diferenciarlo.
Pero las mismas estadísticas sanitarias muestran la otra cara del uso indiscriminado del Misoprostol ya que éste puede provocar un aborto incompleto lo que puede llevar a una hemorragia riesgosa, hospitalización, cirugía, infertilidad y hasta la muerte de la madre (
Ver entrevista).
Aún así, las prácticas abortivas siguen siendo variadas y peligrosas. Las más expuestas son las mujeres de sectores de menos recursos, por el riesgo sanitario que conlleva un aborto clandestino y por la recurrencia a maniobras caseras de alto riesgo.
-Las posibles complicaciones en esos casos son: infección, ruptura uterina y hemorragia. Y las tres pueden ser letales –explica el doctor Mario Paulo, jefe del servicio de ginecología y obstetricia del Hospital San Juan de Dios.
En los últimos años, los casos de aborto que han llegado a la Justicia muestran prácticas que van desde la introducción vaginal de antenas de televisor y médicos que en moteles insertan sondas para romper el saco amniótico, hasta el consumo de medicinas de uso veterinario (Oxitocina).

Los viejos y nuevos abortos
Tallos de perejil, palillos de tejer o cualquier cosa con punta; la introducción de cuerpos extraños por la vagina ha sido uno de los métodos más antiguos utilizados para interrumpir embarazos no deseados. En agosto de 2007, una mujer de 26 años fue detenida en Calama por haberse realizado un aborto introduciéndose una antena de televisor en el útero. Los restos del feto, de 12 semanas de gestación, los incineró y repartió en dos pequeñas urnas: una para ella, otra para su pareja.
Pero no todos los abortos se realizan de forma tan primitiva. Muchas mujeres acuden a profesionales o “especialistas” y a pesar de que esta práctica puede llegar a ser 10 veces más cara que el uso de pastillas, es una de las más usadas en los sectores socioeconómicos más bajos. Ginecólogos, matronas o simples parteras cobran en promedio $500.000 por servicios que pueden ser a domicilio, en sus propias casas, en un box de algún consultorio o incluso en moteles. Y técnicas hay varias.
En mayo de 2005, Graciela se sometió a un aborto a manos de un ginecólogo de Santa Cruz. Después de empeñar algunas cosas para conseguir los $500 mil que el médico le pedía, se juntó con él en una plaza. El proceso duraría tres días. Primero fueron al hospital, donde fue examinada. Al día siguiente se juntarían en un consultorio, pero a último momento el lugar de reunión cambió: se fueron a un motel. Ahí, el médico la revisó y le colocó un espéculo en su vagina dejándola durante 24 horas en ese estado. Al día siguiente, el facultativo volvió a realizar otras maniobras. Algo salió mal. Tres días más tarde Graciela fue depositada frente al hospital de Santa Cruz por el mismo médico y en medio de una fuerte hemorragia. Estaba grave.


Publicado originalmente en CIPER (04/04/08)

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
aaah, ke loko no!!

saludos :)