LAS DESVENTURAS DE GLORIA SIMONETTI

A la cantante le ha pasado de todo. No sólo tuvo que entregar un hijo al sacerdocio jesuita y perdió un marido por culpa de un pedazo de carne, sino que también ha tenido otros encuentros con la vergüenza, la mala cueva y los animales peligrosos. Acá, su mala suerte en primera persona.

Gloria y su sacá de chucha en el Casino
“TENÍA MÁS HERIDO EL ORGULLO QUE LA PIERNA”

En una actuación en el Casino de Viña del Mar, hace como 15 años, mientras cantaba me eché hacia atrás para buscar el pedestal del micrófono. Estaba el maestro Horacio Saavedra con su orquesta, que agarró el pedestal y lo colocó. Resulta que yo estaba con traje largo -muy elegantemente vestida- y no me fijé y me enrollé. Y me caí, realmente, de espalda al loro. No fue una caída muy fina, y lo más insólito es que en ese momento el animador, que era el Pollo Fuentes, estaba enyesado de una pierna. El público no se rió, sino que sólo se escuchó en toda la sala un "¡ooooh!" prolongado. De ahí, el Pollo trataba de ponerme de pie, con la pata enyesada y todo, mientras los demás intentaban ponerme la sandalia que había salido disparada. Era una situación muy poco feliz y no muy decorativa; una cosa bastante cómica dentro de la tragedia, porque se me enterró el pedestal en el muslo. Terminé en la posta. Si fue algo bastante dramático, pero en ese minuto tenía más herido el orgullo que la pierna.
Recuerdo que cuando me levantaron, seguí cantando en una forma muy estoica el “Ojalá”, y al terminar, todo el público se puso de pie a aplaudir. Entonces, dentro de mi orgullo herido, les dije, cara de raja, “¡por Dios, lo que tiene que hacer una artista chilena para que la aplaudan de pie!”. De alguna manera, tratando de mantenerme orgullosa hasta el final, aguantando el dolor. Además, estaba súper picada por el papelón. Más que nada conmigo misma porque me cargaba estar en esa situación, de tanta debilidad. Fue como un golpe hacia ellos, que no se lo merecían, pero con alguien me tenía que desquitar. De ahí me llevaron a la clínica y tenía un hematoma bastante grande en el muslo.

Una joda para Gloria
“PENSÉ QUE ERA UN REALITY, PERO ERA UN ASALTO”

Estaba en un banco y pensaba que era un reality, pero la verdad era que me estaban asaltando. Yo creí que era una cámara indiscreta.
Fue en el banco de la plaza de Pedro de Valdivia, el ex banco Santiago, ahora Santander. Llegué a depositar un cuarto para las nueve de la mañana; tuve que esperar que abrieran detrás de las puertas. Seguramente que al lado mío estaban los ladrones, pero yo suponía que eran señores que venían a hacer su gestión. De repente, en la cola, veo a un gallo que salta por arriba mío; que vuela por encima de mi cabeza y se sube a la caja, apuntando a todos con una pistola. Yo no entendía nada: estaba parada esperando mi plata y de repente veo un gallo que se para arriba y grita "¡al suelo todo el mundo y manos arriba!". Ahí me corrí para el lado, pero pensé que era un reality.
Me eche a reír, lancé unas carcajadas, pero cuando sacaron las pistolas y apuntaban a las cabezas de las cajeras, que estaban muertas de miedo, me di cuenta de que la cosa podía ser en serio. Así que tranquilamente -como había que hacerlo- me tuve que tirar al suelo y reptar hasta debajo de un escritorio. Esperé a que robaran todo lo que tenían que robar y no hice de Robin Hood, ni mucho menos. Igual alcancé a tirar mi cartera a un basurero, para salvar los documentos, por si acaso. Después me di cuenta de que era una realidad, que realmente había sido un robo a mano armada.


El avión en llamas de Gloria
“SALTÉ CON UN CHAL Y UN QUESO TRIÁNGULO”

Me caí en Buenos Aires, en el año ’73. Venía de un festival en Europa. Nos incrustamos en el suelo y se incendió el avión. Nos tuvimos que tirar por el ala y nos salvamos, afortunadamente, aunque todavía no me explico porqué salté con un chal y un queso triángulo. Fue algo bastante raro. Es que hace muy poco había pasado lo de los rugbistas uruguayos en la cordillera, entonces queda en el subconsciente una cosa de supervivencia y ni siquiera pesqué la cartera. Sólo agarré un chal y un queso, y con mi amiga, que veníamos juntas, saltamos desde el ala y sin mayores consecuencias, porque el accidente igual fue bastante trágico.
En el aeropuerto de Ezeiza, del avión no quedó mucho. Nos incrustamos en el suelo y la turbina externa del ala derecha se empezó a incendiar. Por supuesto, nos tuvimos que escapar por nuestra cuenta porque nadie salió a abrirnos las puertas. Un señor se tuvo que parar a abrirlas. Tampoco estaba la cosita que se infla y se ve tan mágica. Es que en esa época no existía, y si existía nunca apareció, así que nos tuvimos que tirar directamente del ala para abajo, que son, más o menos, dos metros o dos metros y algo.


Gloria y su amor por los animales
“FUE SÓLO UN PROBLEMA DE CELOS”

Había ido a la casa de unos amigos en Calera de Tango. Un rico curanto a la olla prometía ser el plus de la tarde, pero no. Eran los primeros días de abril de hace cinco años atrás, y me puse a jugar con sus cuatro perros. Ya había estado en esa casa en varias oportunidades y, por lo mismo, los rottweiler me conocían bien. Siempre me han encantado los perros y siempre me ha gustado jugar con ellos. Esa vez no fue distinto y nos pusimos a jugar, pero uno de ellos quería un poco más de atención. Creo que se sentía celoso de los otros tres. Fue sólo un problema de celos, nada más.
Estaban jugando conmigo e iban y volvían, iban y volvían, y este rottweiler celoso llegó y ¡plum! Logró, de todas maneras, llamar la atención: me enterró los dientes en la cara. En ese momento ni dolor sentí. Yo pensaba que era una baba la que me estaba corriendo por los cachetes, y como era de noche, no se notaba mucho el color de lo que me estaba mojando la cara. Así que ni me preocupé; ¡si ni siquiera me había dado cuenta! Cuando fui a verme al espejo, noté que estaba chorreando sangre. Ahí me dio el ataque y me trajeron de inmediato para Santiago; me pusieron 14 puntos. A pesar de que se armó después todo un asunto de los perros, especialmente con los rottweiler, los sigo amando igual.

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