
-Pido perdón a los jueces y a los abogados por hacerles perder hoy el tiempo con nosotros y a las personas que pudieron haber salido perjudicadas. Nunca quisimos hacerle daño a nadie –dice John Baez al terminar los alegatos finales.
Ese viernes 15 de enero de 2010, los tres jóvenes también actuaron como niños. Eran las 18:00 horas cuando entraron al supermercado con un revolver que parecía de verdad, pero que no lo era. Mientras uno apuntaba al guardia y le decía que se quedara en el suelo, los otros saqueaban una caja. Demoraron sólo unos segundos antes de salir corriendo con el botín por la puerta trasera del local. Las cámaras de seguridad lo registraron todo: su entrada, el robo y su huída. También su retorno. No habían pasado dos minutos cuando volvieron con un cuarto joven, sometieron de nuevo al guardia y asaltaron a otra cajera. Cuando salieron ya era tarde: los carabineros los esperaban afuera. El cuarto logró escapar.
Hasta ese día sólo John tenía antecedentes: en 2008 fue condenado a 61 días por tráfico. Y aunque ese mismo año Jorge fue multado por consumo de drogas, él y Janson tenían sus papeles limpios. El próximo miércoles 15 los jueces leerán su fallo y, aunque no es seguro que se acepten las condenas pedidas por la fiscal Astorga, es muy probable que se sumen a los casi 53.000 presos que hacinan las cárceles del país.
Dos salas más allá está Danilo Cortez. Lo trajeron desde Santiago Uno donde cumple prisión preventiva desde el 31 de julio de 2009. Se ve temeroso. Y se entiende. Aunque cayó detenido en medio de un operativo por tráfico de drogas junto a otras 15 personas de Villa La Serena, en La Granja, es el más comprometido de los seis que están allí sentados y engrillados bajo la supervisión de seis gendarmes. A Cortez, el fiscal Christian Toledo lo quiere encarcelar por tráfico y posesión ilegal de armas. Por el primer delito pide una condena de dos años. Dice que le vendió a un carabinero encubierto dos papelillos con 400 miligramos de pasta base en $3.000; que en escuchas telefónicas y en la investigación se lo identificó como “soldado” del grupo que lideraba el cargador de La Vega, Oscar Tobar, y en el que participaban su esposa, su hija, otra mujer y Danilo. Cuando lo detuvieron no le encontraron drogas, pero sí una pistola modelo 75 de 9 mm, un revolver Smith & Weason, una escopeta, un cañón doble y municiones. Por esto, el fiscal pide que lo encierren siete años. Danilo no tiene antecedentes y el 26 de diciembre cumplirá 24 años.
Esta nota forma parte de la entrevista hecha por Juan Andrés Guzmán al Juez de garantía Patricio Souza: “El slogan de la puerta giratoria era una caricatura”, publicada por CIPER el 10/12/2010.
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