36 HORAS A PIE POR PRAGA

Los que dicen que Praga es la ciudad más linda de Europa están lejos de ser mentirosos. Con sus castillos, sus estrechas y laberínticas vías de adoquines, sus plazas, sus enormes torres y sus puentes; cada uno de sus rincones es digno de ser fotografiado hasta el hartazgo. Y no hay que darse muchas vueltas para notarlo: caminar por sus calles es un paseo por una tierra que a través de los siglos ha sabido conservar su esplendor como ninguna otra.

VIERNES
09:30

“Érase una vez…” puede ser el principio de cualquier recuerdo sobre Praga. Es que a sólo minutos de haber empezado cualquier caminata por sus callejuelas empedradas, en medio de antiguos edificios e imponentes cúpulas que se alzan hasta lo más alto de la ciudad, es fácil sentirse encantado. A pesar de las caravanas de turistas que poco a poco empiezan a ir de un lado a otro con sus cámaras y sus sombreros a lo safari, “el corazón de Europa” (como es apodada la capital de República Checa) parece haber sido sacada de un cuento de reyes, princesas, dragones y castillos. Y el inicio de ese relato está en la plaza de la Ciudad Vieja, el centro neurálgico de toda andanza por la ciudad.
La médula del barrio de Staré Mesto es el punto de encuentro por excelencia de Praga. Ahí está el Orloj, un antiquísimo reloj astronómico que fue instalado, en 1410, en el lado sur de la torre del Ayuntamiento de la Ciudad Vieja y que se basa en el concepto del geocentrismo. Cada hora, junto a los campanazos, se abre un par de ventanas por las que se asoman imágenes de los 12 apóstoles. En ese momento, toda la plaza se paraliza. Luego, subir a los balcones de la torre no es una mala idea. Desde ahí se puede tener una vista panorámica en 360º desde el centro de la ciudad. Después de ver los tejados rojizos, las calles que se enredan y serpentean, y los castillos y torres que se ven a lo lejos, el deseo de caminar por Praga se hace irresistible.


11:00
Todo queda cerca en Praga. A unos pocos minutos de la plaza, llendo hacia el noroeste por la calle Parízská, se puede llegar a un hermoso barrio de enormes y antiguas edificaciones, monumentos, templos y un cementerio; un sector junto a un recodo del río Vltava que es en sí un museo. Da lo mismo la religión o la raza: en la ciudadela judía de Josefov hay mucho de interés que ver.
El museo judío de la ciudad, fundado en 1906 para rescatar el legado de una de las comunidades hebreas más importantes de Europa, cuenta con tres sinagogas (Maisel, Pinkas, Klaus y Española), una sala ceremonial y un centro cultural. Pero el monumento primordial del complejo histórico es el Viejo Cementerio Judío, abierto en la primera mitad del siglo XV. Es un espacio reducido y encerrado entre oratorios, en el que se apiñan de manera caótica millares de lápidas. Es que debido a la insuficiencia del espacio, fue necesario añadir varias capas de tierra superpuestas, por lo que los entierros (que acabaron en 1787) también se hicieron unos sobre otros. Hay sólo 12.000 losas, pero se estima que debe haber, a lo menos, 100 mil cuerpos.
Fuera del área del museo, está la Sinagoga Vieja-Nueva, una de las más antiguas de Europa. Edificada en 1270, posee una sala principal de estilo medieval única en su clase, y en ella aún se celebran servicios religiosos.

15:00
Caminar siempre da hambre y tomarse un tiempo para comer nunca es mala opción. Menos en Praga. Acá, debido a la capitalización de la belleza de la ciudad, los restaurantes abundan. Hay de todo: pizzas, pasta, comida rápida; pero no hay que irse del país sin probar lo local. Un lugar para hacerlo es el restaurant Usadlu (en Klimentská 2) donde, además de contar con una ambientación medieval en un subterráneo y con los tradicionales goulash, salchichón de Moravia, choucroutt, y carne ahumada, venden un plato que, si se anda en grupo, es una delicia. Se llama Staročeská kuchyně y es una bandeja que contiene carne de jabalí, cerdo, pato y pollo ahumados, con un acompañamiento de papas con distintas salsas y preparaciones, choucroutt y ensalada. Todo eso, junto a una cerveza helada, es el golpe necesario de energía para seguir el deambuleo por la capital checa.

17:00
Para bajar la comida, entrar a un museo puede ser la idea adecuada antes de seguir con la caminata. Y de esos hay muchos en la ciudad: la casa de Franz Kafka, Museo de Cera y hasta de máquinas históricas para el placer sexual, entre otros. Pero hay uno que es más bien desconocido y que presenta un paseo muy bien informado sobre la historia última de Praga: el Museo del Comunismo (Na Prikope 10).
Justo arriba de un Mc Donald’s y al lado de un casino, el museo de un solo piso muestra un paseo por los 40 años que la ex Checoslovaquia vivió bajo el régimen socialista. Con una exposición de fotos, cuadros, estatuas, propaganda y artículos característicos de aquella época, se explican todos los aspectos de la vida de aquel entonces, los que son resumidos en tres etapas: el comunismo como un sueño, como una realidad y como una pesadilla.
Sin importar el color político del visitante, la exhibición revela el auge y la decadencia del sistema que imperó durante cuatro décadas al país, dejando en claro las virtudes y fallas del mismo y cómo se fue deteriorando hasta llegar al colapso a principios de los ’90 para convertirse en el artículo de colección vintage que es hoy.

20:00
No todo en Praga son museos y calles preciosas, sino que también es reconocida por su intensa vida cultural. Los teatros, festivales de música y galerías de arte que alberga son una parte importante de la actividad en la llamada “madre de todas las ciudades”. Una de esas atracciones es la que presenta el Teatro Negro Image (Parízská 4), el que mezcla la pantomima, bailes, música, efectos especiales y los juegos de las luces y telas fluorescentes con un fondo negro. Además de que queda muy cerca de la plaza de la Ciudad Vieja, es un espectáculo no verbal, así que todos pueden entender sin problemas.

23:00
El paseo debe seguir y una forma de hacerlo es visitando el famoso Puente de Carlos, cuya construcción se inició en 1357 bajo el reinado de Carlos IV. La pasarela de estilo gótico que cruza el río Vltava, tiene una torre en cada uno de sus costados y sobre sus 16 arcos posee 30 estatuas barrocas de distintos santos. Durante el día es ampliamente transitado por turistas, artistas y comerciantes, pero en la noche el recorrido se hace calmo y desde él se pueden observar las torres y castillos muy bien iluminados. Después de unos minutos en él, el ajetreo del periplo por Praga se olvida y es fácil imaginar los días en que la ciudad era gobernada por reyes, habitada por doncellas y transitada por carretas.

24:00
Si aún quedan fuerzas, la noche puede continuar con bailes y tragos. En la calle, la gente se pasea tomando cervezas y otros licores mientras que los bares se llenan y las luces se reflejan en los adoquines y en el río que divide a la ciudad en dos. En ese momento, la discotheque Karlovy Lázne, justo al lado del puente, se convierte en un punto muy recurrido. Abierta hasta las 05:00 a.m., con una entrada de 520 Kč, un acceso lleno de gente y letreros luminosos en sus cinco pisos, se jacta de ser “el music club más grande del centro de Europa”.

SÁBADO
09:30

Una buena forma de empezar el día es cruzar el Puente de Carlos y caminar por la calle Nerudova para enfilarse hacia el palacio que está arriba de la colina: el Castillo de Praga, la fortaleza medieval más grande del mundo.
El gigantesco complejo de edificaciones, erigido en el siglo IX, ha servido como residencia para los reyes de Bohemia, los emperadores del Sacro Imperio Romano y los presidentes de Checoslovaquia y República Checa. Por otra parte, no es sólo un palacio, sino que constituye una verdadera ciudadela donde la monumental Catedral de San Vito, la muestra más importante del estilo gótico praguense, es el principal tesoro. En su interior, donde se llevó a cabo la coronación de los reyes de Bohemia, se encuentran también enterrados todos los monarcas, santos obispos y arzobispos checos, además de ser el lugar de resguardo para las Joyas de la corona.
Tras ella, un conjunto de calles angostas y torcidas junto a hileras de pequeñas y coloridas casas llevan hasta la salida trasera del castillo, desde donde se puede ingresar a los hermosos jardines del recinto, a la casa que habitó Franz Kafka en la “Callejuela de oro” o a un museo de juguetes.

12:00
A esta altura del recorrido ya se debió haber dado cuenta: las calles de Praga están llenas de comercio y para los que no les gusta abandonar un lugar con las manos vacías, hay de todo para regodearse. El paseo de compras se puede iniciar en una feria abierta donde se venden frutas, verduras, juguetes y chocolates. Después, en las calles del barrio Staré Mesto, se pueden encontrar tiendas de finas figuras en vidrio y en cristal, de preciosas marionetas de madera y cerámica, además de fábricas de instrumentos musicales y locales de souvenir donde se venden poleras, gorros, llaveros y absinth, un licor a base de ajenjo afamado entre los genios impresionistas y escritores románticos y prohibido en muchos países por sus efectos estimulantes.
Luego de pasear por ahí, y para los que deseen comprar cosas más exclusivas, por las calles Parízská y Na Príkope se encuentra el comercio "más moderno”, con importantes tiendas de ropa y marcas reconocidas en el mundo entero.

15:00
Para terminar con el apresurado paseo por "la ciudad de las cien cúpulas", vale la pena ir a la Petřínská rozhledna, una estructura en reticulado de 60 metros de altura que se encuentra sobre una colina en el barrio de Malá Strana y que tiene un notorio parecido a la Torre Eiffel. Para llegar a ella hay que tomar un funicular y caminar por un hermoso rosedal. Una vez en la cima, se tiene una vista privilegiada en panorámica de la ciudad de Praga. Todas sus torres, sus puentes, sus castillos y sus calles se pueden ver desde acá. Y uno se siente pequeño, maravillado y abrumado. A esa altura, lo más probable es que no quede espacio en la cámara para más fotos; un buen momento para decir adiós a una ciudad que difícilmente se quiere abandonar.

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